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Beto Satragni, raiz de candombe...


Hay personas que ocupan un lugar importante en nuestras vidas y Beto Satragni, de él se trata, siempre estuvo presente con su música, en momentos de mi adolescencia, en reuniones con amigos todos sentados alrededor del equipo de música escuchando al Amigo candomberito que llegaba para decirnos Esto es candombe.

Amigo candomberito



Esto es candombe




Si, aquellas tardes que comenzaban con un mate amargo, cuya extensión en la noche culminaba con un asado, un tinto profundo y la presencia del Beto, así le decíamos con mis otros amigos de la vida, Marcelo “manzanita”, Miguel “el indio”; Daniel “el colo”, Maby y la gallega.

Tijeras latinas




El nunca supo pero éramos sus fieles seguidores o como le dirían ahora sus fans, pero quien les escribe, era casi un fanático fundamentalista del grupo Raíces. Sabiendo que tocaba en un boliche de Bariloche, solo y sin un mango me fui hasta allá de mochilero, al llegar comencé a buscarlo, vale aclarar que por aquellas épocas 79 u 80, esa ciudad no era ni la mitad de que es hoy, bueno… el asunto es que tanta búsqueda dio sus frutos, él estaba sentado tomando algo en el Bariloche Center a su lado estaban Quique sinesi, Jorge Cuenze, Tordo y lo recuerdo porque me lo cantaba la foto, que tiempo después llore cuando unos amigos de lo ajeno entraron a mi hogar, se ve que alguno de ellos era también fanático de Raíces.

Candombe del empalme




Pasado el tiempo, lo vimos en obras en un recital de Spinetta Jade compartido con Seru Giran, ahora que lo pienso… tocar en Jade significaba estar entre los mejores instrumentistas del país y el estaba ahí!!! Aquel muchacho llegado de Uruguay lo había logrado.

Che che




Y otra vez la vida, ese extenso laberinto que nos une y nos separa a su antojo, me jugo una mala pasada que no vale la pena explicar, pero jamás pudo separar mi admiración por su música.



Amigo de Santa Catarina






Casi veinte años después me entero de casualidad, es así como se deben de producir los grandes rencuentros entre el hipnotizador del bajo color piel y el hipnotizado, que participaba de un festival de jazz en el ND Ateneo, y ahí estaba con su amigo el Fattoruso, cuando finalizo de tocar me encuentro con mi amiga Olga que en una época supo trabajar con Grinbak y sabiendo de mi adoración por el Dios Beto, me pregunto si quería ir a camarines, por supuesto dije que si y en se momento mi fanatismo aumento mas aun, que humildad!!! Un gigante de la música hablando un simple desconocido, como si me conociese de años, si hasta me invito a su hogar para cuando fuese a Uruguay.

Hay un funk en la oreja del obelisco





Después cuento conocido, que “que le vamos a hacer” como diría otro uruguayo.

El loco





Mis dedos y mi alma se resisten a titular esto que escribo, como un homenaje, porque los homenajes se le realizan a las personas que ya no existen, pero El Beto siempre estará presente con su música.



Mi abuelo Jacinto





Hay un poema de Borges que se me cruzo por la cabeza se llama

Las cosas

El bastón, las monedas, el llavero,

la dócil cerradura, las tardías

notas que no leerán los pocos días

que me quedan, los naipes y el tablero,

un libro y en sus páginas la ajada

violeta, monumento de una tarde

sin duda inolvidable y ya olvidada,

el rojo espejo occidental en que arde

una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,

láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,

nos sirven como tácitos esclavos,

ciegas y extrañamente sigilosas!

Durarán más allá de nuestro olvido;

no sabrán nunca que nos hemos ido.



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