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Macchi - Bolzani - Silva, luz de agua...


Dedicado a Moni, por mas que mis ojos ya no te puedan tocar, se que en algún lugar esta música lo hará por mi, hasta que nos volvamos a ver, amiga.



Gracias Guadalupe Abero por recomendarme este disco.


Este disco Luz de agua (2005) se realizado inspirado en la obra poética de Juan L Ortiz y musicalizando alguno de ellos.



Sebastian Macchi Piano y voz en Fui al rio

Claudio Bolzani Voz y guitarras

Fernando Silva Contrabajo, violoncello

Leandro Drago Teclados

Los poemas de Juan L. Ortiz, fueron musicalizados por Sebastian Macchi


"Al leer en voz alta las palabras escritas suelen animarse a expresar algún sentido a través de la propia voz.

Andando los versos de Juanele así, como disuelto en otro mundo, fueron despertando algunas impresiones sonoras que hallaron su forma en estas canciones.

Luz de agua es un dialogo sin tiempo, de amor profundo respeto.

Un homenaje, y finalmente una manera despojada de agradecer tanta belleza que su obra y su vida nos enseñan, como formas de resistir desde lo sutil.

En algunos casos la canción suele tomar alguna idea o sonoridad del poema y reexponerlo de manera libre.

Juanele produjo sus 10 primeros libros en forma independiente, fiel a una estética editorial que instrumento en todos los casos, desde un tipo y tamaño de fuente interlineado, disposición en la hoja, hasta un propia ilustración.

Hemos decidido respetar conceptualmente estos rasgos por considerarlos también constitutivos de su universo."

Sebastian Macchi



No era necesario



No era necesario mirar el cielo ni las ramas.

Aquí te vi, en la tierra pura, en la tierra desnuda

Aquí te vi, espíritu primaveral, danzar o arder serenamente como la alegría sin nombre

Transparencia imposible de una dicha flotante sobre el polvo.

Aquí te vi, niña fantasmal de velos diáfanos, en el mediodía inexistente.

No era necesario mirar el cielo ni las ramas.





Anoche a llovido



Anoche ha llovido

Una lluvia ligera como un riego

El cielo es

un celeste tierno

de donde brota el mundo, nuevo,

todo húmedo de brillos vegetales

Las cosas tienen

el alma lejana de mi infancia

disuelta en unos ojos

queridos

que lo llenaban todo de una maravilla

amanecida

y temblorosa de convaleciente






Fui al rio

Fui al río, y lo sentía

cerca de mí, enfrente de mí.

Las ramas tenían voces

que no llegaban hasta mí.

La corriente decía

cosas que no entendía.

Me angustiaba casi.

Quería comprenderlo,

sentir qué decía el cielo vago y pálido en él

con sus primeras sílabas alargadas,

pero no podía.

Regresaba

-¿Era yo el que regresaba?-

en la angustia vaga

de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.

De pronto sentí el río en mí,

corría en mí

con sus orillas trémulas de señas,

con sus hondos reflejos apenas estrellados.

Corría el río en mí con sus ramajes.

Era yo un río en el anochecer,

y suspiraban en mí los árboles,

y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.

Me atravesaba un río, me atravesaba un río!



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